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La violencia en México: el ascenso del crimen organizado y la escalada pública.

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Violencia en Mexico

Introducción

La violencia del crimen organizado en México no surgió de la nada ni apareció de repente en los noticieros de principios del siglo XXI. Es el resultado de más de un siglo de transformaciones, donde prohibiciones, contrabando, mercados negros y la respuesta desigual del Estado fueron moldeando rutas, redes y prácticas que terminaron por convertirse en estructuras criminales de alcance nacional.

En las primeras décadas del siglo pasado, México ya vivía de cerca fenómenos ligados a la ilegalidad: el contrabando de alcohol durante la Prohibición en Estados Unidos, la siembra de amapola para producir opio en el noroeste y la criminalización temprana de la marihuana. Estas actividades, vistas en su momento como problemas locales o marginales, en realidad fueron la semilla de lo que después serían complejas organizaciones criminales. Crearon corredores de tráfico, acostumbraron a comunidades enteras a convivir con mercados clandestinos y sentaron las bases de una economía paralela difícil de erradicar.

A partir de la segunda mitad del siglo XX, con operaciones de erradicación como la Operación Cóndor y el nacimiento del Cártel de Guadalajara, el crimen organizado dio un salto cualitativo: pasó de redes dispersas a una empresa criminal centralizada capaz de corromper autoridades y conectar con productores sudamericanos. Ese modelo se rompió a finales de los años 80, y de ahí nació un mercado de “plazas” en competencia, que abrió la puerta a la violencia entre grupos.

En los años 90, la violencia dejó de estar escondida. Atentados en aeropuertos, asesinatos de figuras públicas y ataques a periodistas mostraron que el crimen organizado ya no operaba solo en la sombra: buscaba enviar mensajes visibles, incluso desafiando al Estado y a la sociedad civil.

La verdadera explosión nacional llegó en los 2000, cuando la combinación de cárteles paramilitarizados, la militarización estatal y la diversificación criminal derivaron en un escenario donde la violencia se hizo cotidiana y masiva. Masacres, enfrentamientos urbanos y el terror dirigido contra la población civil marcaron un antes y un después en la vida del país.

Este artículo recorre, de forma cronológica, clara y sin morbo, esa historia: desde el contrabando de licor, amapola y marihuana en la primera mitad del siglo XX, hasta la violencia fragmentada y pública que definió los años 2000–2020. El objetivo es entender no solo qué ocurrió, sino también cómo y por qué la violencia se volvió un problema estructural en México.

Contrabando de Licor
Contrabando de Licor

I. Inicios del contrabando (1900–1940): licor, amapola y marihuana

Alcohol y la Prohibición

Entre 1920 y 1933, durante la Prohibición en Estados Unidos, México se convirtió en un proveedor natural de licor.

  • Tijuana, Ciudad Juárez y Matamoros se volvieron polos turísticos para estadounidenses que buscaban bares, casinos y diversión.
  • Los tequileros cruzaban alcohol por el Río Bravo hacia Texas.
  • El negocio trajo empleos y desarrollo local, pero también corrupción y choques con autoridades.
  • En 1924, Estados Unidos creó la Border Patrol para frenar el contrabando.

Amapola y opio

  • México comenzó como ruta de paso de opiáceos europeos (1900–1920).
  • En los años 20, Baja California y Sonora vieron los primeros cultivos locales de amapola, ligados a redes de inmigrantes chinos y campesinos.
  • La Harrison Act de 1914 en Estados Unidos restringió el consumo legal y empujó la demanda hacia mercados clandestinos.
  • Esto sentó la base productiva que décadas después sostendría la industria de heroína mexicana.

Marihuana

  • México prohibió la marihuana en 1920, antes que Estados Unidos.
  • El Código Sanitario de 1926 reforzó la medida.
  • En 1937, Estados Unidos promulgó la Marihuana Tax Act, prohibiendo de facto la sustancia.
  • En 1940, el Reglamento Federal de Toxicomanías intentó tratar el consumo como tema sanitario, pero fue suspendido meses después.

Consecuencias (1900–1940):

  1. Rutas transfronterizas que luego usarían los carteles.
  2. Redes criminales y comerciales capaces de adaptarse.
  3. Una tradición de ilegalidad alimentada por prohibiciones y mercados negros.
Operacion Condor
Operacion Condor

II. Decadas de los 70’s y 80’s: Operación Cóndor y el Cártel de Guadalajara

A finales de los 70, el gobierno mexicano lanzó la Operación Cóndor en el Triángulo Dorado (Sinaloa, Durango y Chihuahua), una de las campañas antidrogas más ambiciosas de su tiempo:

  • Despliegue de miles de soldados y policías federales.
  • Fumigaciones aéreas para destruir cultivos de amapola y marihuana.
  • Cateos masivos en comunidades serranas.

El balance real:

  • No se erradicó el negocio, solo se dispersó.
  • Las redes aprendieron a moverse, sobornar y organizarse mejor.
  • Comunidades campesinas quedaron estigmatizadas y empobrecidas, mientras los líderes criminales se adaptaban.

En ese reacomodo surgió la primera gran “empresa” criminal mexicana: el Cártel de Guadalajara, encabezado por Miguel Ángel Félix Gallardo, Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo. Este grupo:

  • Centralizó rutas y pagos de sobornos.
  • Tejió alianzas con productores sudamericanos, especialmente colombianos, para mover cocaína por México.
  • Construyó una red de protección política y policial.

1985 fue un punto de quiebre: el asesinato del agente de la DEA Enrique “Kiki” Camarena desató una crisis diplomática con Estados Unidos y elevó el perfil internacional del narcotráfico mexicano.

En 1989, la captura de Félix Gallardo rompió el monopolio. Desde prisión intentó franquiciar territorios a viejos aliados; el resultado fue la fragmentación:

  • Cártel de Tijuana (Arellano Félix), en el noroeste.
  • Cártel de Juárez (Amado Carrillo Fuentes), en el norte-centro.
  • Cártel de Sinaloa (Joaquín “El Chapo” Guzmán, Héctor “El Güero” Palma y otros), en el Pacífico.

Comenzó la era de la competencia abierta por las plazas: guerras por territorios estratégicos que marcarían los 90.

Violencia en las Calles
Violencia en las Calles

III. Los 90’s: violencia a la vista

El final de los 80 y la década de los 90 fueron un punto de no retorno: la violencia pasó de ajustes discretos a escenas públicas con impacto nacional.

1989 – La regla de la familia se rompe

El asesinato de la familia de Héctor “El Güero” Palma, figura del Cártel de Sinaloa, quebró una “regla no escrita”: se empezó a atacar a esposas e hijos. La violencia dejó de ser “entre pares” y se desplazó a entornos personales, abriendo represalias más indiscriminadas.

1993 – El asesinato del cardenal Posadas Ocampo

El 24 de mayo de 1993, en el aeropuerto de Guadalajara, fue asesinado el cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo. La versión oficial habló de confusión (pistoleros del Cártel de Tijuana habrían confundido su automóvil con el de “El Chapo”). Más allá de la controversia, el impacto simbólico fue enorme: si podían matar a un cardenal en público, nadie estaba a salvo.

1997 – El atentado contra Jesús Blancornelas

El 27 de noviembre de 1997, en Tijuana, el periodista Jesús Blancornelas, fundador de Zeta, sobrevivió a un atentado atribuido a sicarios de los Arellano Félix. Su chofer murió. El caso simbolizó el alto costo de investigar a los cárteles y colocó a la prensa como objetivo.

1998 – La masacre de El Sauzal (Ensenada)

El 17 de septiembre de 1998, 18 personas (incluidos menores) fueron asesinadas en un rancho de El Sauzal, Ensenada (Baja California). Vinculada a disputas del narcotráfico, fue la más letal en la historia estatal hasta entonces y mostró el potencial masivo de la violencia.

Cambio de era (años 90):
  • De lo privado a lo público: aeropuertos, carreteras, espacios abiertos.
  • De capos a civiles: familiares, líderes religiosos, periodistas.
  • De ajuste a mensaje: la violencia busca audiencia e intimidación.
Paramilitarizacion
Paramilitarizacion

IV. 2000s: paramilitarización y guerra

La década de 2000 consolidó un cambio: la violencia se volvió paramilitar. El ejemplo paradigmático: Los Zetas.

El surgimiento de Los Zetas

Nacidos de desertores del GAFE (fuerzas especiales), Los Zetas pasaron de ser brazo armado del Cártel del Golfo a organización independiente con ambición de control territorial. Su entrenamiento en armas, operaciones urbanas y contrainsurgencia los convirtió en ejército privado.

Lo que innovaron

  • Paramilitarización: escuadras, jerarquías, disciplina.
  • Terror sistemático: decapitaciones, exhibiciones, narcomensajes.
  • Diversificación: además de drogas, extorsión, secuestro, tráfico de migrantes, robo de combustible (huachicol).
  • Administración de territorios: no solo transporte; gobernanza criminal.

La respuesta del Estado: militarización

En 2006, el presidente Felipe Calderón lanzó la Operación Michoacán, inicio de la llamada “guerra contra el narco”. La estrategia de descabezar capos (kingpin strategy) tuvo efectos no deseados:

  • La caída de líderes provocó fragmentación en células más pequeñas y violentas.
  • Se multiplicaron las facciones compitiendo por plazas.

El terror como espectáculo

En Uruapan, Michoacán (2006), un comando arrojó cinco cabezas humanas en un bar: el crimen buscaba ser visto. Fue la irrupción abierta del terror escénico.

Consecuencias históricas (2000s)
  1. Modelo Zetas replicado por otros grupos (tácticas y jerarquías).
  2. Diversificación que afectó la vida diaria (extorsión, secuestro, cobro de piso).
  3. Fragmentación por descabezamiento: más actores, más choques.
  4. Normalización de narcomensajes y actos públicos de terror.
Masacres y Quiebre Social
Masacres y Quiebre Social

V. 2010–2011: masacres y quiebre social

El inicio de 2010 dejó claro que la violencia rebasó las disputas entre grupos: atacó a la sociedad.

Villas de Salvárcar (2010, Ciudad Juárez)

El 31 de enero de 2010, un comando ejecutó a 15 jóvenes en una fiesta. La consigna “eran estudiantes, no sicarios” desnudó la narrativa oficial y visibilizó a las víctimas como civiles. Ese mismo año, Ciudad Juárez fue catalogada como la ciudad más violenta del mundo por el ranking anual de homicidios (excluyendo zonas de guerra), subrayando la magnitud del quiebre.

San Fernando (2010–2011, Tamaulipas)

En 2010, 72 migrantes centro y sudamericanos fueron asesinados tras negarse a trabajar para Los Zetas. En 2011, se hallaron fosas con 193 cuerpos, en su mayoría viajeros secuestrados de autobuses. Fue la demostración de una economía criminal basada en el control total de rutas, personas y miedos.

Casino Royale (2011, Monterrey)

El 25 de agosto de 2011, un ataque-incendio al Casino Royale dejó 52 muertos. El móvil: extorsión (cobro de piso). La violencia golpeó zonas urbanas de clase media, no solo periferias o migrantes.

El cambio de reglas (2010–2011):

  • Civiles como objetivo: estudiantes, migrantes, clientes.
  • Castigos ejemplares para someter economías locales.
  • Terror urbano: ciudades paralizadas por el miedo.

VI. 2010s–2020s: sintéticos, CJNG y los Culiacanazos

Auge de los sintéticos

Los cárteles desplazaron parte de su apuesta hacia metanfetaminas y fentanilo:

  • No dependen de cultivos ni estaciones.
  • Requieren precursores químicos (en gran medida importados) y laboratorios.
  • El fentanilo ofrece alta potencia y bajo costo, multiplicando márgenes.
  • México consolidó su papel como productor y exportador hacia Estados Unidos.

El ascenso del CJNG

El Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG), surgido de una escisión del Cártel del Milenio y liderado por Nemesio Oseguera “El Mencho”, se expandió con:

  • Violencia abierta contra rivales y fuerzas de seguridad.
  • Propaganda con convoyes blindados y uniformes.
  • Presencia internacional documentada en América, Europa y Asia.

El CJNG busca proyectarse como fuerza militar irregular, no solo como red de contrabando.

Los Culiacanazos (2019 y 2023)

  • 2019: un operativo para detener a Ovidio Guzmán López desató horas de bloqueos y tiroteos coordinados; el gobierno lo liberó para evitar una masacre mayor. Se evidenció la capacidad de sitiar una capital estatal.
  • 2023: en una nueva operación, Ovidio fue recapturado. El saldo oficial: 29 muertos (10 militares, 19 atacantes), además de bloqueos y ataques a aeronaves. El Estado mantuvo la detención, pero el costo en vidas y la parálisis urbana mostraron la potencia de fuego de los grupos.

Los cárteles pueden desafiar al Estado a plena luz y paralizar ciudades.

Candidato Asesinado
Candidato Asesinado

VII. Violencia electoral y control político

El ciclo electoral de 2024 fue uno de los más violentos en la historia reciente. Distintas organizaciones y medios documentaron más de 30 candidatos asesinados durante las campañas, además de decenas de agresiones, secuestros y amenazas a aspirantes locales.

No es violencia “indiscriminada”

Los ataques no son ajustes al azar, sino estrategia para moldear el mapa político local:

  • Eliminar a aspirantes que obstaculicen intereses criminales.
  • Favorecer a candidatos “negociables” o cooptados.
  • Imponer aliados en candidaturas municipales y estatales.

¿Por qué lo local?

El control político local ofrece ventajas decisivas:

  • Policías municipales y estatales: influencia sobre mandos y operaciones.
  • Contratos y obras públicas: acceso a presupuestos y lavado de dinero.
  • Regulación territorial: decidir quién abre negocios, quién paga extorsiones y qué mercancías cruzan.
  • Gobernanza paralela: en regiones capturadas, el cartel sustituye al Estado como autoridad de facto.

Un paso más en la evolución criminal

  • Años 80–90: protección política “en lo alto”.
  • 2000–2010: dominio territorial con violencia.
  • 2020s: captura de espacios de gobierno desde lo local.

Consecuencias para la democracia

  • Debilitamiento de la representación: votar por ciertas opciones se vuelve más peligroso.
  • Distorsión institucional: gobiernos cooptados por intereses criminales.
  • Normalización de la violencia como herramienta política.
  • Erosión de la confianza: percepción de que la política está subordinada al crimen.

La violencia electoral exhibe que el crimen ya disputa poder con las urnas. No es solo contrabando o plazas: es incidir en quién gobierna y cómo.


Cómo creció el crimen organizado en México y qué nos dice esta historia

La trayectoria histórica muestra un proceso acumulativo, no un estallido súbito, en cinco pasos encadenados:

  1. Semillas (1900–1940): prohibiciones y contrabando de licor, amapola y marihuanarutas, intermediarios y costumbres de ilegalidad en frontera y noroeste.
    Resultado: redes flexibles para mover mercancía prohibida y corromper autoridades.
  2. Centralización (1970–1980s): la Operación Cóndor reacomoda el mapa; el Cártel de Guadalajara convierte redes dispersas en empresa criminal con protección política y vínculos sudamericanos.
    Resultado: eficiencia logística, sobornos sistemáticos y expansión.
  3. Fragmentación competitiva (fines de 1980s–1990s): caída de Félix Gallardo → Tijuana, Juárez, Sinaloa compiten por plazas; la violencia sale a la calle y se rompen “reglas” (familias, civiles).
    Resultado: violencia pública como mensaje.
  4. Paramilitarización y diversificación (2000s): Los Zetas profesionalizan la violencia y amplían la economía criminal (extorsión, secuestro, trata, huachicol). La respuesta estatal militariza el combate; el descabezamiento atomiza y radicaliza a los grupos.
    Resultado: más actores, más imprevisibilidad y terror escénico.
  5. Explosión y captura local (2010s–2020s): masacres contra civiles (Villas de Salvárcar, San Fernando, Casino Royale); auge de sintéticos (metanfetamina, fentanilo); expansión del CJNG; “Culiacanazos” con ciudades sitiadas; violencia electoral para incidir en gobiernos.
    Resultado: el crimen busca poder político y regulación cotidiana del territorio.

Qué explica el crecimiento

  • Mercado: demanda constante en EE. UU. y, después, sintéticos con altísima rentabilidad.
  • Geografía: frontera extensa y sierras que facilitan producción y tránsito.
  • Instituciones: corrupción e impunidad crónicas.
  • Estrategias: políticas de descabezar organizaciones que atomizan y vuelven más violentas a las células.
  • Aprendizaje criminal: cada ola represiva produjo adaptaciones (más logística, más terror, más negocios).

Consecuencias principales

  • De contrabandistas a gestores de territorios: los grupos ya no solo mueven droga; gobiernan de facto con extorsión y normas propias.
  • Civiles en la mira: del “ajuste entre pares” pasamos a masacres y castigos colectivos.
  • Política bajo presión: la violencia electoral amenaza representación y confianza democrática.

Lo que esta historia enseña

  • No hay soluciones rápidas ni únicas: la militarización por sí sola no desmantela economías criminales.
  • Dos frentes ineludibles: financiero/químico (precursores, lavado) e institucional/local (policías y fiscalías profesionales, controles anticorrupción).
  • Proteger a civiles y elecciones es central: sin municipios capaces y comicios sin violencia, el crimen seguirá capturando poder.

La violencia del crimen organizado en México creció porque aprendió a adaptarse más rápido que el Estado. Empezó con rutas y contrabando, se volvió empresa, luego mercado de plazas, después paramilitar, y hoy disputa territorio, economías y gobiernos. Entender este recorrido —sin morbo y con datos— es el primer paso para revertirlo.


Fuentes consultadas

Contrabando temprano (1900–1940)
Operación Cóndor / Triángulo Dorado
Cártel de Guadalajara / Camarena / fragmentación
Años 90 (visibilidad y quiebre)
2000s–2010s (paramilitarización, masacres)
Estructural – rutas y armas
Zetas / CJNG / sintéticos / Culiacanazos
Violencia electoral y seguridad pública (2024)

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