¿Te acuerdas de los tiempos en los que en México todos eran “millonarios”? Si naciste en los años 80, recordarás que un auto costaba millones de pesos, un salario mensual se contaba en cientos de miles y hasta un café podía costar miles. Todo eso cambió en 1993, cuando el presidente Carlos Salinas de Gortari —sí, el famoso “Chupacabras”— decidió, junto con el Banco de México, quitarle tres ceros al peso.
De un día para otro, lo que antes costaba 1,000 pesos pasó a costar 1 “nuevo peso”. Pero ¿cómo llegamos a ese punto? Para entenderlo, hay que remontarnos al origen de nuestra moneda.

La historia del peso mexicano comienza mucho antes de que México fuera México. Todo arranca en la época colonial, cuando los españoles trajeron al Nuevo Mundo su sistema monetario basado en el real de a ocho, también conocido como peso duro. Este pequeño disco de plata se volvió tan famoso que terminó circulando por todo el planeta. Era tan confiable que incluso en Asia lo aceptaban sin chistar, y en Estados Unidos fue tan influyente que el símbolo “$” proviene justamente del peso español y no del dólar.
Del real de a ocho al peso mexicano
La historia del peso arranca mucho antes de que México fuera México. En la época colonial, los españoles trajeron su sistema monetario basado en el real de a ocho, el famoso peso duro. Este disco de plata se volvió tan confiable que terminó circulando por todo el planeta. En Estados Unidos influyó tanto que el símbolo “$” no viene del dólar, sino del peso español.
En 1535 se creó la Casa de Moneda de México, la primera de América. Las monedas mexicanas, hechas de una plata tan pura y abundante, se convirtieron en el “dólar universal” de los siglos XVII y XVIII. Comerciantes del mundo preferían un peso mexicano antes que muchas monedas europeas.
Durante la Colonia, tener un peso significaba tener plata real. Literalmente. De ahí viene la expresión “no tengo un peso partido por la mitad”: era común cortar monedas para hacer cambio, así que cargar medio peso era símbolo de estar en la ruina.
Tras la Independencia en 1821, México siguió usando el peso heredado de los españoles. El país, productor gigante de plata, exportaba monedas que circulaban incluso en China, Filipinas y Hong Kong. Eso sí: adentro del territorio todo era caos. Guerras, invasiones, golpes, presidentes entrando y saliendo… la estabilidad monetaria era un lujo raro. Pero el peso sobrevivió y llegó al siglo XX como símbolo de una nación que intentaba ponerse de pie.

El peso frente al dólar: del orgullo a las crisis anunciadas
El siglo XX empezó bien para el peso: entre los años 30 y 40, un dólar costaba entre 3 y 5 pesos. Nada mal. Pero en México la calma nunca dura.
1954: la devaluación quirúrgica de Ruiz Cortines
Ese año, Adolfo Ruiz Cortines devaluó el peso de $8.65 a $12.50 por dólar. Dolió, pero después llegó una estabilidad sorprendente: ¡el tipo de cambio se quedó fijo en 12.50 durante 22 años! Era la época del “Milagro Mexicano”: crecimiento, disciplina fiscal y finanzas relativamente sanas.
1976: Echeverría y el desorden
Con Luis Echeverría, el gasto público se disparó, la inflación subió y las cuentas ya no cuadraban. En 1976, por primera vez en dos décadas, el peso cayó de 12.50 a 27 pesos por dólar. Adiós estabilidad.
1982: López Portillo y el perro que no mordió
José López Portillo juró que defendería el peso “como un perro”. Pero la caída del petróleo y la explosión de la deuda externa hicieron pedazos a la economía. El dólar rebasó los 150 pesos. El perro no mordió a nadie.
Años 80: todos millonarios, pero pobres
Para 1987, el dólar ya superaba los 2,000 pesos. La inflación era brutal, los billetes parecían volantes y hablar de “millones” era parte de la vida diaria. A veces los precios cambiaban varias veces al año.
¿Por qué pasó todo esto?
- Gasto público excesivo
- Deuda externa desbordada
- Dependencia del petróleo
- Inflación crónica
- Crisis internacionales
- Y decisiones presidenciales muy… creativas
Sexenio tras sexenio, la piñata económica se golpeaba hasta que ya no había ni dulces.

1993: adiós a los ceros, hola al “nuevo peso”
Para 1993, los ceros ya eran plaga. Era normal ver precios como 45,000, 120,000 o 700,000 pesos. Entonces el gobierno dijo: “ya basta” y recortó tres ceros. Así nació el nuevo peso (N$).
La conversión era sencilla:
- 1,000 pesos viejos = 1 nuevo peso
- 10,000 pesos viejos = 10 nuevos pesos
- 100,000 pesos viejos = 100 nuevos pesos
No se perdió dinero: sólo se movió la coma.
Las autoridades aseguraron que era una medida técnica para facilitar las cuentas. Y era cierto: los sistemas contables no aguantaban tantos dígitos, y las facturas parecían números de teléfono.
El Banco de México explicó que recortar ceros no cambiaba el valor real del dinero. Los precios, salarios, deudas y ahorros se dividieron exactamente entre mil.
Aun así, muchos mexicanos sintieron que era una forma de “borrar” las décadas de inflación que nos habían vuelto “millonarios pobres”. Y sí, tenía algo de maquillaje, pero práctico.
La confusión de los nuevos pesos
Hubo campañas en radio y TV para explicar el cambio:
- “Si costaba 10,000 pesos, ahora costará 10 nuevos pesos.”
- “Tus ahorros y deudas se ajustan automáticamente.”
Aun así, por años la gente siguió diciendo: “¿de los viejos o de los nuevos?”.
¿Qué sí hizo y qué NO hizo quitar los ceros?
Lo que sí hizo
- Simplificar precios
- Facilitar operaciones bancarias
- Reducir errores contables
- Evitar cargar fajos de billetes
Lo que NO hizo
- No aumentó el valor del peso
- No borró la inflación histórica
- No solucionó la devaluación
- No desapareció dinero
- No afectó el poder de compra
No hubo robo, no hubo truco, no hubo desaparición de dinero. Fue un cambio contable, punto.
Un México donde nunca se hubieran quitado los tres ceros al peso
Imagina despertar en un México alterno donde en 1993 no se le quitaron los tres ceros al peso. No hubo “nuevo peso”, no hubo división entre mil, no hubo maquillaje contable. El país siguió usando exactamente los mismos números que venían desde los años 70 y 80, con todos sus ceros incluidos.
Eres un joven nacido en el año 2000. Hoy tienes 25 años.
Revisas tu depósito de nómina y ves que te pagaron:
“$28,000,000 pesos”
Suena impresionante… hasta que sales a la calle y enfrentas la realidad:
- un café cuesta $45,000 pesos
- un viaje en Uber, $120,000 pesos
- la renta de un departamento sencillo, $85,000,000 pesos mensuales
- un celular barato, $12,000,000 pesos
En este México alterno, todo el mundo es “millonario”, pero no porque tengan más dinero, sino porque el peso cargó con todos los ceros que generó la inflación de décadas.
Las compras parecen transacciones de narcotraficantes, los tickets del súper parecen números de lotería, y los bancos tienen que manejar sistemas contables donde cualquier operación rutinaria involucra cifras de siete u ocho dígitos.
Ahora imagina el tipo de cambio hoy en día. En vez de ver en las noticias que el dólar está en:
$19 pesos por dólar,
verías esto en la pantalla:
$19,000 pesos por dólar.
Y aquí está lo importante:
la devaluación se volvería imposible de ignorar.
No habría manera de suavizar la historia.
No habría forma de decir “ha sido moderada”.
No habría truco visual que hiciera parecer que el peso no ha perdido el 99% de su valor desde 1954.
En este México alterno, cuando alguien te dijera:
“¿Sabías que en 1954 el dólar costaba $12.50 pesos?”
automáticamente entenderías la magnitud del derrumbe porque la comparación sería directa:
12.50 → 19,000
No se vería como una historia con subidas y bajadas.
Se vería como una caída larguísima y evidente.
Cada cero seguiría ahí, moviéndose año tras año, diciéndote exactamente cómo el peso se fue debilitando con cada crisis, cada devaluación, cada década difícil.
Sería como tener un registro visual de toda la historia económica del país, sin filtros.
Pero en la vida real, eso no pasó.
En 1993, México simplemente borró tres ceros.
No solucionó la inflación, pero sí hizo que los números se vieran más manejables.
Así pasamos de:
$3,000 pesos por dólar → $3 nuevos pesos por dólar
$19,000 pesos por dólar → $19 pesos por dólar
La misma economía,
el mismo poder de compra,
la misma historia de crisis…
pero escrita con números “bonitos”.
Para los lectores jóvenes, ahí está la lección:
el recorte de 3 ceros no eliminó la devaluación, solo la escondió visualmente.
Si hoy viéramos el dólar en $19,000 pesos,
la historia completa de las crisis mexicanas sería imposible de ignorar.
Pero como lo vemos en $19 pesos,
la verdadera magnitud queda enterrada bajo el maquillaje contable de 1993.
Reflexión final
La historia de los tres ceros perdidos es un recordatorio de que la inflación no perdona. En 1993 dejamos de hablar de miles y millones para compras comunes, pero el peso siguió perdiendo valor con el tiempo. Si la economía vuelve a repetir errores del pasado, tal vez un día volvamos a preguntarnos si habrá que recortar más ceros.
Como siempre, la historia está ahí para quien quiera aprenderla… y para quien vivió los “tiempos de los millones”, es imposible olvidarla.

Solo como comentario final yo si recuerdo la historia de mi país cuando fue gobernado por el PRI.
Fuentes consultadas
- El UniversalMX – Cuando un bolillo costaba mil pesos
- www-exchangerate-com – Peso Mexicano
- Diario Oficial de la Federacíon – USO de la expresión nuevos pesos en sumas en moneda nacional (1994)
- Wikipedia – Peso (moneda de México)

Replica a Zoé Cancelar la respuesta