En el articulo pasado escribí sobre un francotirador ruso que sobresalió en la batalla de Stalingrado en el entorno de la segunda guerra mundial. Hoy escribiré sobre Olga Lengyel y específicamente sobre su libro “Los Hornos De Hitler”.
Era por ahí de 1994 y un buen día entre a la Librería Ramírez en Ensenada, Baja California y a mis 14 años salí con este libro que fue el primer libro que compraba en mi vida y el cual aun conservo.
De inmediato comencé a devorar sus paginas envolviéndome en el relato de esta mujer la cual nos cuenta de manera cruda como fue que su familia entera quedo a merced de el ejercito alemán y fue a parar ella en los campos de concentración de Aushwitz y Belsen, como desde el momento de la separación de sus hijos, padres, esposo no volvió jamas a saber de ellos al morir estos en los campos de concentración Nazis. Nos cuenta ademas como era la vida en los campos de concentración y el nivel al que los seres humanos eran degradados en los mismos y nos cuenta ademas de los hoy infames hornos donde quemaban los cuerpos de los judíos y los métodos de exterminio masivo utilizados por los Nazis.
El libro abre de esta manera en el Capitulo 1
“8 Caballos… o 96 Hombres, Mujeres y Niños
Mea Culpa, fue por culpa miá, mea máxima culpa! No puedo acallar mi remordimiento por ser, en parte, responsable de la muerte de mis padres y de mis dos hijos. El mundo comprende que no tenia por que saberlo, pero en el fondo de mi corazón persiste el sentimiento terrible de que pudiera haberlos salvado, de que acaso me hubiese sido posible.”
De ahí en adelante la autora nos adentra en el entorno de la Europa Nazista y de el entorno antes de su captura para después contar como fueron subidos a vagones de tren destinados originalmente para transportar ganado en un viaje que duro 7 días con enfermos y personas que murieron en el trayecto apretujados unos con otros para ser bajados el séptimo día a un campo de concentración y nos cuenta la primera impresión de ese cuadro dantesco. Piltrafas humanas con tiras de carne sobre los huesos, sucios y arapientos y el como sintió incluso recelo ante ellos sin imaginar que bastarian solo unos pocos meses para convertirse ella misma en uno de esos seres rebajados a poco menos que objetos al servicio y voluntad de los Nazis.
De ahí en adelante la autora nos detalla la vida dentro de un campo de concentración, el día a día de un prisionero en los campos de exterminio Nazi, nos adentra en el como fue el adaptarse de una vida hasta cierto punto acomodada a el nivel mas bajo al que un ser humano puede ser rebajado. A el como un lujo como un simple cepillo de dientes podía causar una pelea o una golpisa. Las torturas al que los prisioneros eran sometidos. El mercado negro dentro de los campos de concentración y los infames castigos si eran capturados.
El relato de las atrocidades por momentos te deja perturbado tratando de asimilar las brutalidades que ocurrieron en los campos de concentración Nazis, pero al mismo tiempo creo en mi el entendimiento de la bajeza a la cual puede llegar el espíritu humano, que cuando se olvida de el valor de la vida un pueblo entero puede dirigir su esfuerzo a el exterminio de la humanidad o en la modernidad como un ser humano puede cortar la cabeza de otro para crear miedo en la sociedad y sus rivales por obtener dinero.

Medicos militares norteamericanos examinan los restos de prisioneros muertos a manos de los Nazis en Dachau
Finalmente la escritora nos guiá por el sendero de su libertad y la caída de los Nazis, dándonos una retrospectiva de sus experiencias y las palabras de quien a vivido en el infierno mismo y logro salir con su corazón marcado por el dolor pero con su alma dispuesta a seguir su camino.

Civiles Alemanes son obligados a desfilar ante los cadaveres de 30 mujeres obligadas a morir de inanicion por las tropas Alemanas.
Un gran libro que en mi opinión cualquier persona debería leer, porque aunque si bien no es una lectura feliz si nos recuerda hechos que no deben olvidarse jamas.
Las imágenes aquí mostradas fueron extraídas de el mismo libro, las imágenes son propiedad de sus respectivos dueños.